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Dominicana Ana Julia Quezada es la primera mujer condenada a prisión permanente revisable en España

La dominicana Ana Julia Quezada es la primera mujer condenada en España a prisión permanente revisable, desde que se estableció esa figura jurídica en 2015, fruto de una reforma del Código Penal español, ya que los otros diez condenados a esa pena, hasta ahora, han sido hombres.

Según publica el diario El País de España, esta condena supone el cumplimiento íntegro de entre 25 y 35 años de prisión, dependiendo del tipo del delito y de si la pena es por uno o varios hechos, tras lo cual se revisará. Si no se cumplen determinados requisitos para la libertad, el preso seguirá en la cárcel.

Según informa la web del Poder Judicial español, hasta el 31 de julio de 2019, la pena de prisión permanente revisable ha sido aplicada por los tribunales españoles en 10 de los 17 casos en los que había sido solicitada por alguna de las partes. Es decir, en el 58,8% de las sentencias dictadas. De esas 10 sentencias, una se dictó en el año 2017; cuatro en 2018 y cinco en los primeros meses de 2019. A estas habría que sumar la de Ana Julia Quezada este lunes.

Los otros 10 condenados a prisión permanente revisable fueron hallados culpables de asesinar a 16 personas, 10 de ellas mujeres (cinco niñas) y seis hombres (dos niños). De todas estas condenas, solo una, la del asesino de Icod, fue revocada por el Tribunal Supremo por haberse aplicado mal un agravante. La pena final que se impuso a Sergio Díaz, de 24 años y que asesinó al abuelo de su novia en Icod (Santa Cruz de Tenerife), fue de 24 años. Se libró así de la sentencia de prisión permanente, que había sido la segunda en España y primera en 2018.

El primer condenado tras la introducción de la prisión permanente en el Código Penal fue David Oubel en 2017, conocido como el parricida de Pontevedra, culpable de degollar a sus hijas de 4 y 9 años con una sierra eléctrica y un cuchillo de cocina.

La tercera condena a prisión permanente se impuso en septiembre de 2018 a Daniel Montaño, un saxofonista que arrojó por la ventana a una niña de 17 meses e intentó asesinar a su madre en Vitoria en enero de 2016, fue declarado culpable del asesinato de la bebé y posteriormente condenado a prisión permanente. Esta sentencia está ratificada por el Supremo, igual que la cuarta que se aplicó en España, en octubre de 2018, a Marcos Miras, condenado por asesinar a su hijo de 11 años a golpes con una pala metálica en la localidad coruñesa de Oza-Cesuras.

El quinto, en noviembre de 2018, fue Patrick Nogueira, conocido como el descuartizador de Pioz, que asesinó y troceó a dos de sus tíos y a dos de sus primos, de cuatro y un año de edad, en el verano de 2016.

El primero en ser condenado en 2019, y sexto en la lista, fue Pablo Catalán, condenado en marzo de este año por violar y estrangular a una mujer que estaba inconsciente por el alcohol después de una fiesta de cumpleaños en Castellar del Vallès, en Barcelona).

En abril, la Audiencia Provincial de Almería condenó por primera vez con la pena de prisión permanente en un caso de violencia de género. Francisco Salvador García fue sentenciado por asesinar y agredir sexualmente a su expareja en Almería. Entró en el domicilio de la víctima mientras dormía, le propinó más de cien golpes, le cortó parte de la lengua y abusó de ella.

En Sevilla tuvo lugar el asesinato cometido por Enrique Romaye, culpable de matar a una mujer tras intentar violarla sin éxito. En Toledo, Rafael García asesinó a cuchilladas a su mujer, aquejada de una enfermedad rara y dependiente, y la justicia lo condenó a la prisión permanente revisable. Esta misma condena es la que recibió en junio en Valladolid Roberto Hernández, que violó y mató de una brutal paliza a Sara, la hija de su pareja, de solo cuatro años.

Este último caso es el más parecido al de Ana Julia Quezada, quien culpable del asesinato del niño Gabriel Cruz, de ocho años, hijo del hombre que entonces era su pareja. El menor murió el 27 de febrero de 2018, el mismo día de su desaparición, pero su cadáver fue encontrado en el maletero de un coche que conducía Quezada el 11 de marzo.

Tras matarlo, lo enterró de forma provisional y al cabo de unos días lo desenterró para llevarlo a otra zona, ya que tenía miedo de que el punto de la primera inhumación fuera registrado. Sin embargo, los agentes de la Guardia Civil, que ya sospechaban de ella, la siguieron y la detuvieron cuando transportaba el cuerpo en su automóvil.

Quezada, de 45 años, siempre defendió que mató al niño de forma involuntaria, ya que según su versión le tapó la boca para intentar callarle mientras le gritaba insultos denigrantes y no se dio cuenta de que lo estaba asfixiando. EFE

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