Editorial

El Plan B que le faltó a la Junta Central Electoral

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La Junta Central Electoral pudo ahorrarle al país dinero, desasosiego e inestabilidad si de manera racional hubiese contemplado un plan B ante la desconocida y novedosa plataforma tecnológica implementada en 18 municipios del los 158 que comprenden la geografía nacional. Pudo haber sido perfectamente la impresión de boletas físicas a las que pudiera apelarse ante un eventual fallo del sistema. Pero, lamentablemente, le faltó astucia ¡Qué pena!

¿Que eso representaría mucho gasto? Evidentemente que sí, pero ahora tendrán que invertirse mucho más recursos, sin contar la mala inversión en la compra de equipos —que por lo visto no servirán para nada—, porque en República Dominicana a nadie con algo de juicio se le ocurrirá en el futuro hacer mención de voto electrónico, digital o cualquier modalidad, que los hacedores de negocios siempre tienen debajo de la manga para presentárselo a funcionarios que hacen lo posible para que los dominicanos paguemos de nuestros impuestos sus malditos caprichos.

Creímos que con los 40 millones de dólares de los escáneres de Roberto Rosario no se iba a aventurar más ¡Pero qué va! Le sirvió de estimulo a esta Junta Central Electoral para que nos embarcara en un proyecto fallido y que pudo habernos metido en un callejón sin salida. Gracias a Dios pudimos salir librados del mismo, ya que la suspensión de un proceso electoral no contaba en los registros históricos de nuestra novel democracia.

Así que solo nos cuesta apostar a que esta lección nos deje algo que en un futuro podamos contar; que las autoridades entiendan, de una vez, que son escogidos para una misión y que deben escuchar a todos los sectores y no empecinarse en hacer lo que le da la gana. Que esas maniobras ellos solo las pueden hacer en sus empresas privadas, las que, como es obvio, no muestran resultados negativos, porque en ellas sí aplican los códigos y recomendaciones económicas, pero la empresa que ellos hacen del Estado la tiran por el despeñadero para que nos jodamos nosotros; porque ellos no solo ganan buenos salarios, sino que también se van con pensiones exorbitantes.

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